Nepal está ubicado en los Himalayas, entre India y China, y alberga algunas de las cumbres más altas de la Tierra, destacando el Monte Everest, con 8.850 metros de altura sobre el nivel del mar, así como otros siete de los llamados ochomiles. Nepal es un país multiétnico debido a su situación geográfica, por lo que en Nepal te puedes encontrar gente que tienen rasgos claramente indios, mientras que otros son claramente chinos. Además me llamó la atención que la población que tiene rasgos chinos visten más occidentales que los indios, incluso las mujeres jóvenes van mucho menos tapadas, más occidentalizadas. De esto ya era consciente, pero me llamó la atención que incluso perteneciendo al mismo país y viviendo juntos en una misma cultura, se mantuviese esta diferencia claramente. Respecto a las religiones también hay una mezcla de budismo e hinduísmo que se deja notar a cada paso. En nuestro viaje hemos estado cuatro días en Nepal, y hemos visitado Katmandú, Patan, Baktapur y Nagarkot.
Nepal, a pesar de estar tan cerca de India, me ha parecido un país muy diferente. Katmandú (la capital) tiene un aspecto de “ciudad” que me ha asombrado bastante, desde luego nada que ver con Delhi, donde todo parecen urbanizaciones residenciales y avenidas. Para empezar, las calles de Katmandú me han parecido en general bastante limpias, no obstante, añadiendo la excepción de que en Katmandú la basura se acumula cada día en puntos específicos en cada calle (hay que dar gracias de que al menos todos se ponen de acuerdo para acumularla en el mismo punto), y luego se quema cada cinco días. A lo que me refiero, es que debido a ello, no es difícil que os podáis imaginar el olor que se desprende de dichos estercoleros a partir del tercer día en que la basura está acumulada, y cada vez que pasas al lado de uno de ellos es realmente insoportable, incluso para mí, que se puede decir que ya estoy más que acostumbrada a este tipo de “inconveniencias”. Por lo demás, Katmandú es una ciudad bastante ordenada dentro del caos característico de las ciudades de esta parte del mundo, y además tiene bastantes bares y restaurantes con comida más que aceptable, muchos de ellos con música en vivo, lo cual se agradece muchísimo (sobre todo se pueden encontrar en el barrio de Thamel).
Esta vez voy a contar al viaje que hemos hecho día por día, por alguien pensáis visitar Nepal próximamente y os puede servir de ayuda.
Día 1. Katmandú, o la ciudad fantasma
Llegamos a Katmandú el jueves al medio día. No fue una llegada muy agradable, ya que al bajar del avión, te hacen de rellenar diez mil papeles de entrada a Nepal para poder darte un visado válido durante 15 días, así que con esto ya tardamos casi dos horas (y no exagero) en salir del aeropuerto. Para obtener el visado hace falta una fotografía y 25 dólares americanos (recomiendo llevar dólares en mano porque de otro modo, te cobran 25 euros, así que al cambio sales perdiendo si pagas en euros). Otra recomendación, si necesitáis cambiar dinero a rupias nepalíes, cambiadlo en la oficina de cambio que hay dentro del aeropuerto, antes de haceros el visado (antes de salir), es cambio es mucho mejor que el que te hacen en las casas de cambio en la ciudad.
Cuando por fin logramos todos los visados y salir del aeropuerto, nos esperaba el coche del hotel y fuimos directamente. Llegamos al hotel, y entre que descansamos un poco y que bajamos a comer tranquilamente, nos dieron las 6 de la tarde. En Nepal anochece aún antes que en Delhi, a eso de las 5.30 de la tarde en el mes de abril, así que aunque ya era de noche, no queríamos perder toda la tarde y quedarnos en el hotel, así que decidimos coger un taxi y decirle que nos llevase hasta el centro de Katmandú. A todo esto, Miriam y Jesús se quedaron en el hotel, porque Jesús ya venía malito de Delhi (a alguien le tenía que tocar), aunque por suerte vino un médico muy majo a verle al hotel y a la mañana siguiente ya estaba muchísimo mejor (no adelanto acontecimientos).
El caso es que el resto cogimos un taxi y nos fuimos al centro, a la plaza de Durbar Square. Lo que no sabíamos es que en Nepal, no hay iluminación nocturna en las calles! No sé muy bien si esto se deberá a restricciones del gobierno, o a que la red eléctrica de las calles no da para más, que seguro que es lo más probable. Ya de camino, en el taxi, íbamos todos comentando dónde diablos nos estábamos metiendo. Llegamos a Durbar Square y dijimos: “ya que estamos aquí, como no nos vamos a bajar a dar un paseo?”. El taxi se fue y nos quedamos pensando: “bueno, estamos aquí, ahora qué?”. No puedo explicar lo que sentía en ese momento, era mi primera toma de contacto con Nepal y también con la ciudad de Katmandú, de repente me vi en una plaza de un pueblo rodeada templos tibetanos, totalmente a oscuras (tan solo había algunas hogueras en la calle), con gente local de un lado para otro (no había ni un solo occidental), algunos incluso te asustaban (no por ellos, sino por el contexto)… no exagero si digo que parecía que habíamos saltado en el tiempo y de repente estábamos en la edad media más absoluta. Todos juntitos paseamos un poco alrededor de la plaza, pero no duramos mucho tiempo porque de verdad que era un poco miedoso estar ahí (sobre todo era sugestión, lo sé, porque no había nada de luz, pero es que hasta yo me sentía así, y eso que llevo ya 6 meses en India), así que después de media horita cogimos otro taxi y regresamos al hotel. Esa noche llegué alucinando de lo que había visto ahí fuera, y no podía esperar a que amaneciese para conocerlo todo de día.
Día 2. Everest – Katmandú – Patan – Boudhanath
El viernes nos levantamos realmente pronto, como a las 5.30 de la mañana, porque teníamos que ir al aeropuerto a coger el vuelo de Buddha Air para sobrevolar la cordillera del Himalaya, y sobre todo, para ver el Everest! Íbamos con muchísimas prisas y estresados porque llegábamos muy justos de tiempo, total, para luego esperar 2 horas en el aeropuerto porque el vuelo se había retrasado. Menos mal que la espera mereció la pena! El avión era súper pequeño, sólo tenía dos filas de un asiento, en total éramos 15 pasajeros. La vista de la cordillera es IMPRESIONANTE desde ahí arriba, además nos dejaron acercarnos de uno en uno a la cabina del piloto, y éste nos explicaba cuál era cada cumbre y nos señalaba el Everest. Estas dos fotos las tomé desde la avioneta.
Después del vuelo nos dirigimos de nuevo hasta la plaza de Durbar Square de Katmandú, donde esta vez sí pudimos pasear tranquilamente. La plaza me impresionó muchísimo (aunque menos que las de Patan y Boudhanath, pero como fuimos de menos a más, todo me impresionaba mucho!). La arquitectura nepalí de los templos y casas era increíble. De Durbar Square sale una calle que da a una plaza muy grande que está llena de puestos de artesanía y antigüedades, comimos en el rooftop de un edificio con unas vistas preciosas de Durbar Square y esta plaza. Miriam no pudo resistir la tentación de bajar mientras los demás nos tomábamos los postres, para hacer unas últimas compras en esta plaza. Mientras, nosotros la observábamos desde lo alto del edificio, está hecha toda una profesional del regateo! :P
Plaza de Durbar Square de Katmandú
Unos niños se acercaron a pedir limosna, pero no me gusta dar dinero a los niños porque en la mayoría de los casos este dinero no va para ellos, sino que se lo entregan a algún adulto que les tiene controlados o que está sentado a la sombra de un árbol mientras ellos mendigan obligados (y esto lo he visto con mis propios ojos en varias ocasiones). Entonces les dije que no les iba a dar dinero, pero que si quería les compraba algo de comer, a lo que comenzaron a decirme sin parar la palabra… chocolate, chocolate! Les compré unas porciones de tarta de chocolate de una pastelería y por un momento eran los niños más felices del universo, al menos por un ratito. Y desde luego yo también lo fui con las sonrisas que me regalaron.
Después de comer nos dirigimos a la plaza de Patan, más impresionante aún que la anterior. Patan, aunque en los mapas aparece como un pueblo separado de Katmandú, en realidad es como un barrio al sur de Katmandú, porque no sales de esta ciudad para llegar a la plaza de Patan (por cierto, esta plaza es patrimonio de la humanidad). Estuvimos otro buen rato paseando y tomando fotografías, y como ya iba a anochecer pronto, tuvimos la “gran idea” de mezclarnos un poco con la cultura local, y tomamos una especie de carromato donde nos metimos todos para llegar hasta el templo de Boudhanath (no fue una buena idea :P).
Entramos en Boudhanath, que es un templo dedicado a Buddha, como su propio nombre indica, que está como en una placita circular cerrada, el templo en medio y alrededor la plaza circular llena de casas, restaurantes y tiendas. Me llamó muchísimo la atención de este pequeño barrio “chinesco”, estaba súper limpio, super nuevos y cuidados todos los edificios… era como una isla dentro de Katmandú! Esta plaza está llena de gente budista, de repente parece que te encuentras en la “Little china”, y yo me pregunto… “por qué los chinos cuidan muchísimo más las calles, los edificios..??, es que era exagerada la diferencia entre en interior de esta pequeña plaza y lo que había fuera de ella, era impactante de verdad!”. Nos quedamos un buen rato dentro de este pequeño oasis, hasta que anocheció por completo. La gente hacía muchos rituales, todo el recinto estaba lleno de conos que giraban, y la gente les daba impulso con la mano sin parar para que no dejasen de girar nunca.
Boudanath
Agotados de un día tan intenso y del madrugón que nos habíamos pegado, nos fuimos al hotel a cenar y a descansar.
Día 3. Baktapur – Nagarkot – Pashupatinath - Thamel
El sábado decidimos dormir un poco más (hacía falta), y sobre las 10 de la mañana salimos en coche hacia la ciudad medieval de Baktapur, a 13 kilómetros de Katmandú, y toda la ciudad en conjunto es patrimonio de la humanidad. Para entrar a Baktapur hay que pagar 750 rupias nepalíes (unos 7 euros), que utilizan para su proyecto de conservación que es el más extenso de todo Nepal. Os aseguro que sin duda Baktapur es una de las joyas de Nepal y del exotismo, y aquellos que algún día visitéis Nepal, esta ciudad es visita obligada. La ciudad fue fundada en el año 1200 a.c., y está llena de calles estrechas empedradas de ladrillo, con santuarios ocultos entre el mar de estatuas que llenan la ciudad. El sábado es día festivo en Nepal, ya que es como para nosotros los domingos, y había un templo donde estaban sacrificando animales para realizar ofrendas, y estaban cortando las cabezas (ya que éstas eran la ofrenda) y todo estaba rodeado de fuegos e inciensos. Se puede decir que Baktapur es una ciudad-museo, hay muy pocos turistas aún, y ves a los hombres y mujeres de la ciudad realizando sus labores diarias, monjes por la calle cantando, niños cargando con sus hermanos a la espalda… La plaza central del pueblo (la plaza de Durbar) es la más impresionante, con el palacio real y varios templos hindúes de tipo pagodas.
Batakpur
Tras pasar unas 3 horas en esta espectacular ciudad, nos dirigimos hacia Nagarkot, que es el puerto de montaña que se supone que tiene las mejores vistas de la cordillera del Himalaya, desde el Kanchenjunja hasta el Everest. Y digo “se supone”, porque nosotros no vimos nada, y es que estaba todo cubierto de esta neblina característica, que no se sabe si es contaminación, calima o qué es… el caso es que nos quedamos sin vistas, y tuvimos que imaginárnoslas. Menos mal que el día anterior habíamos podido disfrutar de las panorámicas del Himalaya y Everest, porque si no, os aseguro que más de uno se hubiese vuelto loco en ese momento (verdad papá? J). De todas formas, el paisaje hasta llegar a Nagarkot es muy muy bonito, y aunque sólo fuese por eso mereció la pena llegar hasta ahí. Estaba todo lleno de terrazas de arrozales, pequeños pueblitos… y por fin después de mucho tiempo pude respirar aire súper puro!! Asi que al menos aproveché para llenarme bien los pulmones, antes de volver a mi queridísima (y contaminada) Nueva Delhi :)
Cuando empezaba a anochecer regresamos hacia Katmandú. Antes de irnos al hotel, decidimos visitar el templo de Pashupatinath, templo hinduista que está a la orilla del río Bagmati, que es sagrado porque desemboca en el río Ganges. Este templo tiene unos gaths que me recordaban mucho a Varanasi, además, también había celebraciones y alguna cremación esa noche. Para terminar el día fuimos a Thamel, el barrio más cosmopolita de Katmandú, lleno de turistas, tiendas, bares y restaurantes con música en vivo. Hicimos algunas compras y ahora sí, regresamos al hotel.
Día 4. Swayambhunath Stupa y vuelta a Delhi
El último día, antes de ir al aeropuerto para regresar a Delhi, fuimos al templo de Swayambhunath, que es el más antiguo de Katmandú, y por lo tanto se considera uno de los más sagrados. El templo está situado en una colina y hay unas vistas del valle de Katmandú bastante chulas. También se supone que desde el templo se divisa la cordillera del Himalaya, que una vez más no pudimos ver por la neblina. A mí personalmente no me llamó demasiado la atención, a lo mejor porque ya había visto cientos de lugares impresionantes durante esos tres días J Sin embargo, las vistas si que merecen la pena, y más aún si se hubiese divisado el Himalaya!
A las 12 habíamos quedado en el hotel con los tíos y los primos, que habían ido a otro lugar aprovechando esa última mañana, y como todo llega a su fin, tocó volver al aeropuerto para regresar a Nueva Delhi.
Sin duda este ha sido uno de los viajes más bonitos que he hecho. Nepal es un país de una gran belleza paisajística, cultural y arquitectónica. Sin lugar a duda me ha quedado visitar Pokara, que debe ser impresionante, lleno de lagos y naturaleza a los pies de la cordillera con las cumbres más altas del mundo. Tal vez vuelva, tal vez no, porque aún me queda muchísimo por visitar en India, y cada vez menos meses de estar por aquí.
Ha sido un viaje maravilloso con la familia. Ellos ya se han marchado, y yo sigo echándoles de menos, pero estoy contenta y feliz por todos los recuerdos bonitos que tengo y que se me vienen a la mente :)
A todos los demás os sigo animando a venir por aquí aunque sólo sea unos días… vaaaamos!! a qué esperaís??? :)
De tu entrada anterior, Varanasi, comento que me impresionó mucho. En primer lugar su tráfico anárquico desde el aeropuerto a la ciudad, por llamarla de alguna manera, con ese uso continuo del claxon. Después, sus sucias calles angostas en las cercanías del Ganges. Cuando pararon los taxis pensé: "no pude ser, ¿qué demonios de hotel puede haber por aquí?" El momento en que me fui contigo a buscar otro hotel no se me va a olvidar, bajo esos 40º infernales. La anécdota del monkey electrocutado, para la historia. El entierro por la calle principal me dejó sin palabras y el susto que me dio la vaca, sin estar en Pamplona, aún no se me ha olvidado. Pero de todo, me quedo con los paseos en barca por el Ganges, los rituales crematorios y la ceremonia en el gath principal, con un clima ancestral único. Los olores, para olvidar.
ResponderEliminarDe la entrada de Nepal decir que lo has descrito todo muy bien. Poco queda por añadir. Qué pena, penita, pena por no poder contemplar el Himalaya desde Nagarkot. Subiendo ese puerto de montaña me acordé de la bici, pero he de decir que no he visto ni un ciclista deportivo en todo el viaje. Lo más cercano, una bici con manillar de competición que vi en Udaipur. La bici en esa zona del planeta se usa como medio de subsistencia. Qué diferente. La experiencia del avioncito para mí fue un poco traumática. Esperaba volar más cerca del Everest y no esperaba llevar ante mis ojos ese pedazo de motor que casi me lo tapaba todo. Pero vimos el Himalaya. Me acordé de Edurne Pasabán, aunque ella estaba en el Annapurna, un poco alejada de la zona que sobrevolábamos, pero en Nepal en definitiva. Los recintos históricos de Patán y Baktapur una pasada, un auténtico regreso a la Edad Media. Por momentos tenía la sensación de haber sido teletransportado al pasado.
Ha sido un viaje maravilloso. Una experiencia enriquecedora, a pesar de las incomodidades pasadas. Ahora me parece un sueño haber estado allí, tan lejos. Esta tarde, paseando a Golfo, se me iba la vista al este, a lo lejos, pensando que por allí, muy, muy lejos, está mi pequeña. Cuídate mucho, no te confíes, sé previsora. Y gracias María, muchas gracias por tu esfuerzo en hacernos el viaje lo más agradable posible. Le doy gracias a Dios por haber hecho posible este encuentro contigo.
Besos y abrazos.
Bueno y faltaba yo. La verdad es qwue es un gusto leer y releer esta visión tuya de lo vivido, tan real, tan auténtica, tan sencilla, misteriosa e imponente a la vez. Sí que es cierta la enorme diferencia que hay entre India y Nepal, por otra parte impensable dadas las características a las que bien aludes.
ResponderEliminarAh! de la plaza de Durbar Square de Katmandú!!!! qué decir de aquella primera noche en que por dos veces le preguntaste al taxista si había algún peligro para nosotros y él se reía adivinando nuestro miedo y contestaba que no. Pero lo peor cuando al bajarnos del coche se nos acerca aquél mocoso con los pelos tiesos y engrudados y con expresiones de niño-demonio entre aullidos comienza a hacer aspavientos y a torcer los ojos AAAAAGGGGGGGGG!!!!!!!!!!! qué grito, ni en el mejor carnaval he visto eso.
Me sorprendió la cantidad de gentes que sabían castellano, o al menos unas cuantas frases básicas que permitían el entendimiento a personas mono-lingüistas como yo :-D
Ciertamente que pese a las dificultades, calamidades y todas las ...ades habidas y por haber "ese mundo engancha" jejeje